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“Cuando alguien venda a su hija como esclava, esta no saldrá libre de la misma manera que suelen salir los esclavos varones. Si ella no agrada a su señor, quien la había destinado para sí mismo, él ha de permitir que ella sea rescatada. No tendrá derecho de venderla a un pueblo extranjero, por haberla decepcionado. Pero si la ha destinado para su hijo, hará con ella como se acostumbra hacer con las hijas.

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